viernes, 19 de noviembre de 2010

La Ciudadanía Humana, Parte I, página 14

       Parcela para la Identidad Colectiva de los humanos libres

En principio formamos una entidad colectiva, queda claro, que además carece de voz democrática y, por tanto, no puede expresarse, es muda. Ni siquiera existen sondeos de opinión entre los humanos libres, algo muy extraño, pues los sondeos de opinión, estudios, encuestas o muestreos sociológicos abundan en los países democráticos, resultando muy contradictorio que no ocurra para el conjunto de los individuos que habitan todos ellos. Es algo empírico este olvido de las ciencias sociales y para demostrarlo desde aquí se invita a, por ejemplo, buscar el dato de cuántos humanos libres navegan asiduamente por internet. No existe el dato y eso que es muy fácil conseguirlo, basta sumar los ciudadanos que navegan en todos los países democráticos. Bueno, no es tan fácil, porque ¿cuántos países de los que se auto denominan como democráticos lo son en realidad?, tristemente algunos hay que se llaman democráticos y no lo son. Es como si existiera algo extraño "flotando" en la Tierra que nos tapara a la Humanidad Libre, como impidiendo que sintamos la noción de grupo.
 
Necesitamos el rigor académico para delimitar claramente a los ciudadanos de qué países podemos considerar verdaderamente como humanos libres, pero lo necesitamos para anticiparnos a los hechos, porque sin el rigor académico, simplemente contemplando y publicando dónde o en qué países dejan publicar libremente libros como el presente, sería suficiente para acotar la parcela mundial de los humanos libres. Y aunque hay muchos humanos democráticos muy inteligentes, como conjunto no lo somos. Por ello precisamente, por nuestro carácter netamente democrático y humano, llegar a la práctica asociativa de los humanos libres dependerá de la predisposición inteligente del grupo social hacia al cual el ideal asociativo orienta su llamada.
 
He aquí el problema, pues en la práctica no hay una sociedad mundial y democrática bien delimitada y definida. Existen los humanos libres pero no existe una sociedad mundial libre, al menos no como conocemos a las sociedades en los niveles nacionales, regionales o municipales. Así los humanos libres, más que distribuidos por el mundo, estamos divididos por fronteras, culturas e idiomas diferentes; olvidados como conjunto importante por las ciencias sociales, por las ciencias de la información y por otras muchas. Y sobre todo estamos desunidos por la falta de prácticas democráticas, periódicas e inteligentes entre nosotros.
 
Al nivel agrupador de otros colectivos como el formado por todos los Estados Democráticos pasa igual, no están asociados, y por muy ilógico que parezca no existe una Organización de Naciones Unidas Democráticas. Resulta muy curioso, porque hoy en día muchas guerras se justifican para llevar la Democracia a los países atacados y, sin embargo, siendo aparentemente tan importante la Democracia: no existe una asociación de Estados Democráticos. Donde en todo caso correspondería a nuestros representantes legítimos (a nivel soberano) iniciar las gestiones para formar una unión u organización mundial de los Estados bajo la "bandera" de la Democracia (que por cierto no tiene bandera). En realidad no importa en principio si no existe una Organización de Naciones Democráticas Unidas, porque si los representantes de los Estados Democráticos no quieren unirse y formar asociación entre ellos, nosotros, los humanos libres sí podemos hacerlo, sin renunciar a los Estados o a nuestras respectivas nacionalidades y sin utilizar votos vinculantes: podemos asociarnos democrática e inteligentemente para bien de la Humanidad.
 
Literal o etimológicamente la palabra "inteligencia" significa "leer dentro", y este destino lector buscará el planteamiento de esta nueva ciudadanía, leer el interior de la mente/alma Humana. Al pronunciar la palabra "alma" pudiera parecer que tratamos una empresa espiritual, pero en este caso es parte de la energía anímica que mueve a la vida humana (es la ciencia o Psicología social quien habla del "alma colectiva"). El cuerpo general y el alma colectiva de la Humanidad Libre es una masa de individuos libres sin mente racional colectiva, un subconsciente colectivo a merced del azar y de las circunstancias, mezclado entre diferentes voluntades de élites poderosas que suelen estar enfrentadas entre sí por el dominio mundial.
 
Hasta que la entidad colectiva humana realice una acción conjunta y democrática capaz de mostrar e iniciar una identidad común y notable, a pesar de que requerirá una construcción mundial desde todas las sociedades democráticas. Esta unión democrática y periódica entre los humanos libres o ciudadanía humana será un intento de equilibrio mental desde el "yo humano" (ego individual) hacia el "yo Humanidad" (ego colectivo), o "nosotros Humanidad" (para entenderlo mejor). Y, si además de pensarlo, queremos practicar o ejercitar el voto y pronunciar la voz del yo Humanidad es necesario pasar del "yo Humanidad" como entidad al "yo Humanidad" como identidad; y hacer de la Humanidad Libre una buena organización democrática e inteligente capaz de mostrar una identidad con personalidad colectiva única e irrepetible.
 
Situados nuestros requerimientos podemos iniciar el estudio del "solar o terreno", pero quedando aumentado el proyecto de construcción porque antes de llevar el ideal asociativo y democrático a la sociedad mundial hay que construir a la sociedad mundial democrática (conociéndola y descubriendo o favoreciendo a sus agentes sociales aún dispersos), o terminar de construirla de manera coherente y colectiva. Dejando a un lado por ahora la complejidad de muchas lenguas humanas interactuando (pero la facilidad tecnológica para simplificarlo), es cierto que entre los habitantes de las naciones democráticas (y de otras) se comparte tecnología, ciencias, literaturas, músicas y otras artes, también información y, porqué no, historia.
 
Y es precisamente la evolución histórica (no importa desde qué civilización antigua partamos) la que mejor nos conduce a una sociedad mundial regida por principios democráticos. Es aconsejable, por tanto, antes de contemplar el mundo actual repasar la historia desde el prisma de la ciudadanía democrática. Por ello esta nueva edición del presente libro lleva adjunto un extenso capítulo extra con este fin, la historia de la ciudadanía democrática. Académica y realmente, casi afortunadamente, la ciudadanía humana ofrece una generalidad simple o fácil de entender, pero a la vez invita a una profundidad transdisciplinaria (inter y multidisciplinaria) entre distintas disciplinas del conocimiento y desdes diferentes áreas del saber académico.
 
No obstante, en este desafío de plasmar una sociedad en un mundo globalizado donde los estados democráticos permanecen desordenados y mezclados con estados jerarquizados y prácticamente en todos los mercados económicos (recordando que hasta las artes o las Ongs forman mercado), observaremos un poco de la historia reciente de la Sociología y la Psicología Social para hacernos una idea del grupo social que formamos en potencia y queremos formar en conciencia, el "terreno" sobre el que queremos "edificar" la voz democrática de la Humanidad Libre. Muchos sitúan en 1879 el origen de la Psicología Social, debido a la obra "La Psicología de los Pueblos" de Wilhelm Wundt. Aunque a lo largo de la Historia muchos se han preocupado de la psicología o mentalidad de los pueblos, y en literatura filosófica y política podemos encontrar importantes reseñas, pero es Wundt uno de los primeros en dedicar una gran obra a ello con una metodología científica.

Muchos ideales filosóficos, sociológicos o incluso religiosos, a lo largo de la Historia, han tratado de armonizar a los individuos con los colectivos principales que formaron o forman (como ejemplo: los espíritus nacionales). Así muchas fuentes metafísicas y tonalidades moralistas podrían alimentar a la proyectada Ciudadanía Humana, que cada uno elija la que desee o le llegue (siempre que sea democrática). Pero en el proceso ciudadano y su resultado nos igualamos todos, que es lo necesitado, antes de adentrarnos en los variados caminos de las diversidades resultantes. Por ello, tarde o temprano, estas privilegiadas individualidades de la Naturaleza, terminan preguntando: ¿podemos concebir formas de experiencia consciente hacia el "yo Humanidad Libre"?.
 
Siendo responsabilidad entre los individuales libres de diseñar una maquinaria democrática que dé luz a una mente planetaria como referencia central a todas las mentes individuales. Una Identidad Colectiva de la Humanidad que piense y hable, se le pregunte y responda. ¿No es esto, también, la libertad humana?. Libertad colectiva humana en equilibrio con las libertades individuales y con otras libertades colectivas. Siendo así podríamos proyectar varios tipos de caminos en metodología social para o hacia una mente general e inteligente de la Humanidad. Necesitamos proyectar un modelo adecuado que cubra a la inmensa mayoría de los humanos libres y a sus hijos, como una construcción de conceptos sobre cuya base establezcamos predicciones condicionales de lo que esperamos que ocurra en el mundo real.
 
El colectivo de hombres democráticos y mujeres democráticas, personas adultas de la Tierra, somos el sujeto, he aquí la "masa" a la que descubrir una mente colectiva e inteligente. Masa porque no sabe decir lo que piensa, quizás porque no sabe lo que piensa, si es que piensa, pero rotundamente porque no sabe pronunciarse colectivamente. Si preguntamos y hacemos hablar a nuestra mente colectiva comenzará a pensar, y si sabemos preguntar (auto preguntarnos) mucha información inteligente y colectiva emanará para beneficio de todos los humanos libres. Ante ello es preferible que cualquier método o modelo de Ciudadanía Humana se dude y se cuestione antes de ser creído "sin más". Y para dudar nada mejor que preguntar: ¿Concordarán los hechos del mundo libre con el resultado hipotético predicho por el nuevo modelo ciudadano?. Si no fuera así, ¿es posible la modificación para lograr que el modelo funcione o cabe ser rechazado?. Necesitamos una primera democracia mundial, viable o nada utópica, como referencia para ir trabajando y evolucionando.
 
Porque nadie es experto en todo, hablamos de sociología, psicología colectiva, historia, política, economía, filosofía, biología y antropología, entre otras. El tronco común de la CH ramifica hacia muchas disciplinas del conocimiento, pero debe ser un viaje de retorno hacia el entendimiento común. Esta obra pretende un acercamiento al discurso humano intentando eliminar la complejidad para hacerlo más accesible a aquellos que no son especialistas en algunas de las muchas materias disciplinadas del conocimiento (capaces de profundizar en la Ciudadanía Humana). Prácticamente se trata de todos los lectores porque nadie (salvo alguna excepción) es especialista en todas las disciplinas del conocimiento involucradas en la libertad humana y sus conocimientos públicos.
 
Ya sabemos que actualmente la entidad colectiva que tratamos, la Humanidad Libre, es una masa. Todavía mucho más, es una definición pura de masa, ya que por carecer carece hasta de líderes, e incluso de instituciones que la lideren o representen y, quizás lo más grave, carece hasta de estudios serios. Pero esto que parece un defecto podría ser el nacimiento de una virtud, pues el resto de las masas, se llamen "pueblos" o "ciudadanías", tienen "directores" (minorías selectas en el poder o representantes legítimos en los tres poderes de los Estados de Derecho), pero la Humanidad Libre carece de "directores", ni siquiera existe una minoría selecta que la represente.

No existe nada ni nadie que represente a la Humanidad Libre. Ni siquiera la ONU (que agrupa o intenta agrupar a "naciones de ciudadanos" junto o con "naciones de súbditos"). Estamos pues ante una entidad colectiva que es pura masa y que nada ni nadie, con acceso mediático, se preocupa de ella de forma civilizada. Humanos libres que todavía no hemos utilizado nuestra libertad humana para, al menos, ordenar de forma democrática nuestros intereses generales. Pero, ya que somos masa, podemos obtener un poco de ayuda de los llamados "psicólogos de las turbas", donde comenzaron a destacar Scipio Sighele (1868-1913) con su obra "La masa delincuente" (1891), Gustave Le Bon (libro Psychologie des foules), Sigmund Freud (1856-1939) con su obra "Psicología de las masas" (1921) y Ortega y Gasset (con "La Rebelión de las Masas", en 1930); entre otros.
 
Si los humanos libres somos una masa mundial habremos de atenderla y, en principio, tenderla sobre lo teórico. Sighele escribía sobre la masa como el "alma de la multitud" y de un "individuo colectivo". De Le Bon podemos extraer su calificación futurista del siglo XX como "la era de las masas", multitudes de gentes gobernadas sin capacidad de raciocinio colectivo, sólo disponibles para la acción, donde la esencia en la dirección o evolución recaía en los líderes y sus carismas. Es curioso, ya en pleno siglo XXI, esta definición sirve todavía para muchas poblaciones políticas, democráticas o no. Pero es lamentable porque a las masas se les atribuye principalmente poderes de destrucción derivados de la acción violenta, "necesitando ser vigiladas y dirigidas por las élites o los líderes". Así una legión de pensadores políticos, económicos, sociológicos, psicológicos y de otras ciencias sociales temieron el fin de la civilización occidental y argumentaron en contra de una "excesiva libertad" para las masas, destacando para ello sus aspectos negativos. Sí, las masas, como cuerpo de multitudes humanas, nacieron para la ciencia social y política con el estigma de la violencia callejera y de las revueltas populares (propias de la época de revoluciones violentas entre los siglos XIX-XX).
 
Aún así Le Bon diferenció entre las masas homogéneas (clase trabajadora, casta militar, oficios religiosos, etc) y las masas heterogéneas (agrupaciones de individuos de diferentes procedencias profesionales o de diferentes clases sociales). Entre las masas heterogéneas se establecen dos grandes clases, unas anónimas sin responsabilidades (puramente las multitudes, como el público en un campo de fútbol, por ejemplo) y otras no anónimas con responsabilidades (grandes asambleas o grandes jurados populares, por ejemplo). Es Gabriel Tarde, a diferencia de Le Bon, quien divide entre la multitud y el público. Una matización muy importante porque G. Tarde se refiere también al público que no está reunido, sino disperso en la geografía, pero unidos por corrientes de opinión (que si las unimos a corrientes tecnológicas en tiempo real también serviría hoy para la sociedad mundial democrática).
 
Del mundo de la consciencia, que rige al individuo, se pasa al mundo inconsciente de la masa donde los individuos suelen actuar bajo la hipnosis de la sugestión hasta tal punto que el pacífico puede convertirse en violento. Es importante porque Le Bon demuestra que el razonamiento crítico de un individuo sumergido en la masa puede verse transformado fácilmente hacia la irracionalidad de un salvaje. Le Bon advierte además en la fragilidad entre el autoritarismo del líder y la servidumbre de las masas, ya que éstas pueden descontrolarse fácilmente e ir más allá o incluso desobedecer las órdenes del líder. Dicho sea de paso este polo extremo se puede invertir y, dentro de la masa, el individuo tacaño puede convertirse en generoso, es decir, no siempre la masa actúa de forma violenta, también una multitud puede acudir a socorrer ante un terremoto o un desastre colectivo.
 
Así que la verdadera evolución mental de la masa se sitúa en su capacidad de reflexión para discernir entre lo real de lo imaginario, diferenciando lo posible de lo imposible. Pero Le Bon dijo: "el arte de impresionar la imaginación de las masas equivale a conocer el arte de gobernarlas". Donde el propio autor recomienda al líder un discurso simplista frente a las masas, basado en exagerar y repetir, ya que las masas no son guiadas por la razón. Y ésta es la ciencia a cambiar en la práctica por la CH (ya cambiada o cambiando en la teoría por la nueva ciencia psico y sociológica), donde los humanos libres podemos ser guiados por la razón y alejar nuestras emociones de las hipnosis colectivas y sus sucedáneos. Aprovechando mejor el nuevo concepto que introduce Freud dentro de la psicología de las masas: el concepto de libido (energía de los instintos susceptible de ser considerado bajo el concepto de amor), como el amor a la Humanidad o filantropía. Actualmente los humanos libres somos una masa mundial pero, precisamente, por la caracterización de las masas del siglo XX, donde se independizan de la geografía para atender la coincidencia de ideas, podemos formar el ideal universal de la CH y dejar de ser masa para convertirnos en inteligencia común, pasando de entidad a identidad colectiva para bien de la Humanidad.
 
Sobre la teoría de la "identidad colectiva" la primera anotación que figura en la base de datos Sociofile (gran cantidad de artículos de sociología publicados entre 1974 y 1997) es de 1982 y la firmó Richard Weiner en la revista Psychology and Social Theory, («Collective identity formation and social movements», páginas. 13-23). Pero es Melucci quien afirmó rotundamente que la identidad colectiva es el proceso de construcción de un sistema de acción (y expresar lo que uno piensa u opina, sobre todo si se utiliza el voto democrático: es una acción). Una práctica social a la que invita la Ciudadanía Humana donde la globalización y la mundialización de los votos inteligentes entre las distancias cada vez más cortas en tiempo nos introducen a todos los libres de la Tierra en una pauta cultural común. Donde las últimas fronteras, los diferentes y numerosos idiomas, ya desparecen debido a los rápidos y cualificados sistemas digitales de traducción. Por tanto la Ciudadanía Humana supone un paso más allá del factor etnolingüístico como fundamento de la identidad colectiva.
 
Estamos ante el planteamiento teórico de la Identidad Colectiva Humana, sin ella la Ciudadanía Humana resultaría imposible. La identidad colectiva es el estado de conciencia implícitamente compartido de unos individuos que reconocen y expresan su pertenencia a una categoría de personas y a una comunidad que los acoge. En este caso la comunidad teórica es la Humanidad, pero la comunidad práctica sólo puede ser la Humanidad Libre, ya que a esta identidad colectiva se accede o emana de métodos democráticos que requieren la libertad de voto. Y así otra observación importante es aquella que describe a la identidad como una construcción del yo frente a los otros, pero en este caso se trata del "yo colectivo Humanidad" junto y ante el resto de los "yo colectivos", sean soberanos, étnicos u otros, pues también sería una construcción de nuestro yo colectivo humano frente a nosotros mismos como individuos humanos, con ello bastaría la justificación.
 
Aunque el sociólogo Parkin detalló que la pertenencia a un grupo se obtiene por Exclusión, por Usurpación o Dualmente; y aunque existen otras muchas clasificaciones, atendemos principalmente a éstas: HOMOLOGIZACIÓN, proceso de singularización donde se realza lo que nos hace uno, en este caso una: la Humanidad Libre. DIVERSIFICACIÓN, proceso de particularización no sólo interna, sobre todo donde se realza lo que nos distingue de los humanos que no son libres. BIOLÓGICA/FILIAL, somos una misma especie, intentando aunar teóricamente aquello que en la práctica divide la Diversificación, es decir, somos humanos libres ante humanos no libres, pero ellos tienen tanto derecho como nosotros a la Ciudadanía Humana o a la Identidad Colectiva Humana. ESPACIAL, dependiente y localizada en un mismo planeta.

Para que se realice el paso de Entidad (Humanidad Libre) a Identidad (Ciudadanía Humana) es necesario reconocer unos intereses comunes y cargarlos de ideología (raciocinio democrático) y normativa (Estatutos), y así producir o convocar el movimiento que provoque la articulación sociopolítica (con democracias no vinculantes) de los intereses comunes. Podría servir en gran parte la Teoría de la Norma Emergente (de Turner y Killian, 1957) donde la propia interacción del grupo crea normas interiores diferentes al resto de las convencionales o institucionales. También el contexto político de la identidad colectiva ha sido plenamente tratado por autores como S. Tarrow, D. McAdam o H. Kriesi donde, en síntesis, la oportunidad política se basa en un conjunto de incentivos que producen una acción colectiva. Esta acción colectiva, como movilización mundial (hacia el voto no vinculante), es, en definitiva, lo que construirá a la Ciudadanía Humana. Para ello necesitamos apelar al imaginario colectivo o social y descubrir los elementos que nos permitan dilucidar sobre las manifestaciones de la identidad colectiva humana en sociedad planetaria.
 
No se trata, volviendo a Freud, que en las masas pasajeras el individuo renuncie al ideal del Yo para pasar a adoptar el ideal de la masa encarnado por el caudillo o líder (incluso el democrático). NO, el colectivo inteligente no sustituye al individuo, se trata de sumar el "yo individual" al "yo colectivo", el "yo humano" al "yo Humanidad", o de mezclarlos adecuadamente y en óptimo equilibrio mental para que ambas partes sumen beneficios. No se trata de sustituir un "mal" con otro, aunque sea menor, no es dejar la parte negativa de los individualismos para caer en la parte negativa de los colectivismos. En los trabajos de Freud siempre encontramos a las multitud relacionada con un líder o guía. Y aunque existen individuos con carisma, esta facultad individual no se requiere para dirigir a la colectividad libre, sino para sumarse al carisma colectivo y así, ojalá, la CH goce de una identidad colectiva con carisma propio más allá de la vida temporal de los individuos. Pues como afirmaba G. Tarde, la conciencia colectiva no está fuera de las conciencias individuales. Y mucho menos sustituir una por otra, sino que necesitamos armonía del Individuo privado con la Humanidad pública, ambos en plenas y evolucionadas libertades democráticas.
 
Sin embargo Durkheim mantendrá lo contrario y todo hecho social será exterior al individuo; esta división aún existe en la Psicología Social, posturas psicologistas y posturas sociologistas, respectivamente. En realidad, aunque los individuos mueran otros lo sustituyen, la relación inteligente entre individualidad/colectividad es o debería ser indisociable. La CH no sería nada sin el ciudadano humano y la principal ciencia a atender por éste, siguiendo los trabajos de Ortega y Gasset, es la Historia (que no deja de ser una parte de la Evolución de la vida en la Tierra). Porque el hombre-masa descrito por Ortega se caracteriza por desconocer la Historia, y por ello sin reflexión, sin profundidad, sin fondo, un ciudadano "hecho deprisa" (como estamos hartos de ver en estas sociedades mercantilizadas), un humano simple y primitivo o estandarizado por los mercados que no tiene en cuenta la experiencia histórica de la Humanidad. Que ansía poseer y poseer mientras se "disfraza" de dobles o triples moralidades, y ante ello Ortega expone "la minoría selecta", personas con inquietudes y exigentes con la época que les toca vivir.
 
Pero no confundamos, Ortega no sitúa al hombre-masa como al trabajador pobre de escasa cultura y que en su tiempo libre se dedica al ocio improductivo. También especifica sobre el "señorito satisfecho" de las clases media y burguesa, ignorante de los peligros que también conllevan las sociedades de la superabundancia. Así por un lado tenemos las "sociedades del hambre" donde el individuo bastante tiene con sobrevivir y con escaso tiempo y conocimiento para asociarse conscientemente a una productiva identidad colectiva a nivel mundial, propenso a las turbas y a la violencia de las masas. Y por otro lado existen las sociedades o partes de las sociedades donde reinan las superabundancias con individuos auto complacientes sin ser conscientes del propio destino humano, encontrando una vida individual fácil y satisfechos con la sensaciones de poder y dominio, plenos en el individualismo. El desafío es claro y el ciudadano humano puede nacer de ambas partes y desde todas las naciones democráticas.

Un siglo después de Ortega el propio tiempo histórico transcurrido contradice un poco una de sus afirmaciones, donde las masas son el conjunto de personas no especialmente cualificadas y la minoría selecta las personas especialmente cualificadas, ahora resulta que todos, por muy especializados que estemos en un campo o disciplina: no lo solemos estar del resto, así que de alguna manera todos somos masa, pero a la vez, como ahora la información ofrece todo tipo de conocimientos a todos, todos somos también minorías selectas, primero de nuestra profesión o especialización (añadiendo vocaciones o devociones) y después con acceso al resto. Así, si aplicamos las masas y las minorías selectas al conocimiento, encontraremos tantas minorías selectas y tantas masas como disciplinas del conocimiento existen, de tal manera que, por ejemplo, un médico pertenecería a la "minoría selecta" del conocimiento sanitario pero sería "masa" en el conocimiento arquitectónico (salvo excepciones, por supuesto) y un simple albañil sabría más que el médico en arquitectura.
 
Ya no existen las masas, sino las masas temáticas, resultando tantas masas como disciplinas del conocimiento existen y por las profesiones principales ejercidas en nuestras sociedades. Por otro lado Sighele afirmaba que la masa no era la suma de sus individuos y sus cualidades, sino un producto imprevisible y subrayaba que en lo intelectual se producía un decremento. Sin embargo la CH contradice esta postura si se utilizan los métodos democráticos adecuados, porque entonces el conocimiento de los individuos agrupados o asociados no ya se suma, sino que se multiplica. Por ello gran parte de la actual psicología social podría quedar "corta" frente a la CH cuando deje de ser masa y comience a votar, mostrando empíricamente una personalidad consciente y colectiva, una masa inteligente (algo contradictorio todavía en este presente).
 
En definitiva la clave final se encuentra en las emociones o el ánimo, mucho más que en los niveles de los conocimientos, de los económicos o de los éticos, aunque éstos sean necesitados. Porque el humano sensible a los problemas de la Humanidad tiene ante sí, sobre todo con la Ciudadanía Humana, la proyección del conocimiento necesario para participar en soluciones, incluso para solucionar. Y el humano no sensible ante ello, aunque tenga el conocimiento, resultaría como si no lo tuviera. Nos falta la motivación ante un plan mundial y viable. Para ello, como se dijo, el humano sensible no debe abandonar la práctica individualista para abrazar el colectivismo humano, no debe sacrificar su individualidad por el bien colectivo, no es para tanto, simplemente con dedicar su mente un mínimo tanto por ciento (digamos un 1%) a la Identidad Colectiva Humana es suficiente.
 
Ortega, al inicio de su obra "La rebelión de las masas" escribe: "Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad..." y esta frase aquí inacabada nos sirve de contexto ideal porque los humanos libres somos en la actualidad (segunda década del siglo XXI) una masa o multitud "ignorante" y dispersa por todo el planeta, pero, si aplicamos la CH y sus métodos democráticos, podremos evolucionar la frase de Ortega: "Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad...", "...a menos que se asocien democráticamente y puedan formar un identidad colectiva, cuerda y consciente, como una mente social de la Humanidad con capacidad de diálogo inteligente". Si fundamentalmente una masa es una multitud de personas, unidas en un mismo punto geográfico o dispersas en un mismo planeta o país (pero ante un mismo punto teórico), realmente, siempre existirán las masas. Por ello, en síntesis, la CH pretenderá transformar una "masa ignorante" en una "masa inteligente", en este caso la formada por los humanos libres.

Es el proceso de racionalización y culturalización de la población humana en libertad, con democracias útiles capaces de descubrirnos nuestra Identidad Colectiva y canalizar nuestra sensibilidad y nuestros diversos conocimientos para afrontar con garantías mundiales el presente y futuro de la Humanidad. Para ello existe o se pretende: Una Conductividad Estructural (Estatutos Propuestos y los órganos asociativos, inteligentes o bien entrelazados). Una Tensión Estructural (el ánimo a solucionar los problemas graves que padece la Humanidad actual). Desarrollo y Expansión de Creencias (por ejemplo el presente libro o similares y sus publicaciones, ya que el elemento canalizador son la lógica y la razón). Factores Desencadenantes (la convocatoria y su argumentaciones para el voto de la HL). Movilización para la Acción (la formación de las Mesas de Voto en diversas localidades repartidas por el planeta). Y Control Social (de los órganos elegidos para coordinar una Asociación Inteligente de los Humanos libres).
 
Ahora llegamos a una de las teorías más importantes de la Psicología Social, llamada "Teoría de la Categorización, Comparación e Identidad Social", derivada de los estudios y experimentos de Henry Taifel en 1971. En resumen es la obtención de una identidad social positiva donde si nuestro grupo sale favorecido también los individuos que lo formamos, en palabras del propio Taifel: "Aquella parte del autoconcepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social junto al significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia" (1984). Con ello John C. Turner da un paso más y nos ofrece la Teoría de la Autocategorización, donde la masa formada por los humanos libres puede o podemos otorgarnos la categoría de ciudadanos humanos y así favorecerá identidades sociales fundamentales al margen de las élites.
 
Y así alcanzamos el más moderno y actual modelo de conducta de masas, llamado "Modelo de la Identidad Social", formulado en primera instancia por Reicher en 1996. Explicado con sus propias palabras: "Aplicado a la psicología de las masas, el argumento es que las personas no pierden su identidad en la masa, ni su conducta refleja una personalidad defectuosa, más bien cambian de una identidad personal a una identidad colectiva. De la misma forma, no es que la conducta de una persona esté sujeta a un pérdida de control, más bien se pasa de actuar individualmente en términos de creencias y valores individuales a actuar colectivamente de creencias colectivas y compartidas" (Reicher y Stott, 1998).
 
Este modelo está en revisión y pueden surgir nuevas y mejores teorías. Llegados a este punto resultan ideales las palabras de Moscovici: "A comienzos del siglo XX se estaba seguro de la victoria de las masas; a su término, nos encontramos por completo cautivos de que quienes las conducen". Estas palabras son una de las mejores síntesis política, social y económica del siglo XX. Las masas nacionales, incluso o sobre todo las democráticas, están cautivas, incapaces de formar por iniciativa propia una identidad colectiva con manifestaciones cuerdas y periódicas, muchos menos la masa humana y mundial de los individuos libres, he aquí otra poderosa justificación y tremenda utilidad de la Ciudadanía Humana.

Así, concluyendo, no podremos desarrollar una conciencia crítica sin una ciencia crítica. Vemos cómo la Psicología Social nace a finales del siglo XIX y principios del XX padeciendo el miedo a los movimientos colectivos (reales o potenciales) por su cercanía a la violencia y el descontrol y los discriminó sin piedad, argumentando la necesidad de manipular a las masas (hasta dictadores como Mussolini se basaron en las doctrinas de Le Bon y, de forma más "discreta" hasta el propio Hitler). Bien es cierto que la sociología o la psicología social estaban naciendo a principios del siglo XX, pero en el fondo no era excusa para los hombres del conocimiento llamados "psicólogo de las turbas". Pues ya a finales del siglo XVIII los hombres ilustrados conocían la solución. Sino, veamos unas palabras de unos de los sabios responsables de la nueva educación tras la Revolución Francesa, el Marqués de Condorcet (1743-1794). "Agotad todas las combinaciones posibles para asegurar la libertad, si no contienen un medio de ilustar a la masa de los ciudadanos, todos vuestros esfuerzos serán en vano" ("Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos", Morata, S.L. 2001, p. 209). E "ilustrar" no es siónimo de "contentar", y mucho menos de "dirigir" o "manipular".

Afortunadamente hoy en día las ciencias sociales al respecto han rectificado, como hemos visto. Siendo ya capaces de mostrar que los cambios colectivos son un fenómeno social, simplemente, pueden ser violentos o pacíficos, legales o ilegales, con ideas nuevas, clásicas o revisadas, en una localidad o en varias, pero son fenómenos sociales. En este caso particular esta "masa mundial" de los humanos libres busca dejar de serlo y dotarse de una mente colectiva, pacífica, legal, democrática y mundial, la Ciudadanía Humana. Observamos otra cita de Condorcet "Difundiendo las luces entre el pueblo es como se puede impedir que sus movimientos se vuelvan peligrosos; y hasta el momento en que pueda ser ilustrado, es un deber para aquellos que han recibido una razón fuerte y un alma valiente defenderlo de la ilusión y mostrarle las trampas en las que sin cesar lo envuelve su crédula simplicidad" (obra citada, p. 210). Queremos una razón fuerte para el marco general de la libertad humana.

La Ciudadanía Humana es una investigación de la Identidad Colectiva para la Humanidad Libre (acotación o diferenciación entre los humanos democráticos y los humanos súbditos). La HL no conoce precedentes como sujeto ampliamente tratado en la psicología ni en la sociología, mucho menos en la política, (otras identidades colectivas sí son estudiadas, pero la HL no o no al nivel que merecen). No hay tesis ni doctorados intentando aportar elementos para el análisis social de nuestro colectivo de humanos libres, no hay medios de comunicación divulgando noticias al respecto (y los medios de comunicación somos todos, no sólo las empresas privadas y públicas de la información). Muchas colectividades han sido estudiadas y tratadas por las ciencias sociales y políticas pero qué pasa con la Humanidad libre, ¿dónde están los estudios y sus resultados sobre el colectivo formado por todos los ciudadanos democráticos que habitamos en este planeta?. Es triste descubrir esta realidad, porque tantas veces que hemos izado la Democracia para tener que comprobar ahora, decepcionados, que la Humanidad Democrática ni siquiera ha sido estudiada para su mejora.
 
Debemos o podemos saber que la masa humana en libertad es capaz de pensar, ser consciente y expresarse, porque en esta masa humana vamos todos los libres. Con esta tesis democrática hacia el carisma colectivo y su mente racional las minorías resultantes son esenciales, aunque se contradigan, porque siempre tendremos la mayoría para que apelemos a la cordura mediadora. Cualquier ideal o idea puede contar con la aprobación de un sector amplio de la población y, en cambio, ser rechazado por otros, es lo normal, no lo extraño. El carisma de la Ciudadanía Humana estará estrechamente relacionado con dos factores democráticos que, a su vez, son los que confieren un amplio espectro de ciudadanos votantes. Porque en el caso de estas democracias no vinculantes, pero preceptivas en conciencia, el escrutinio exacto de la opinión general (primer factor) y de las opiniones especializadas (segundo factor) ofrecerá una personalidad colectiva con carisma propio en los movimientos y pensamientos sociales del mundo.
 
Habermas, posiblemente el sociólogo más relevante de la actualidad, realizó su aportación más importante con la Teoría de la Acción Comunicativa, referida que al elegir un determinado concepto sociológico de acción nos comprometemos con determinadas presuposiciones ontológicas. Pero la sociología es una herramienta para un sujeto colectivo, en este caso la HL, un sujeto que puede contradecirse en suposiciones ontológicas. Así el máximo exponente del sentido común humano es o será la expresión democrática de la propia Humanidad Libre. Hacia una asociación sin fronteras que sepa leer, adecuada y sociológicamente, nuestros escrutinios y sin necesidad de renunciar a nuestras nacionalidades locales o soberanas. La consciencia colectiva de los ciudadanos democráticos de la Tierra puede mostrarse cuerdamente. El dinamismo y la complejidad de las nuevas sociedades humanas del siglo XXI (virtuales o no) requieren democracias más abiertas y diversas. Esto procurará la CH, una comunidad inteligente entre los humanos libres. Así el objetivo final de esta obra es facilitar el acceso a la ciudadanía humana en su fase de elaboración e invitar al lector a hacerse con el dominio de un método posible.

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