viernes, 19 de noviembre de 2010

La Ciudadanía Humana, Parte II, página 57

     El soporte legal para la Ciudadanía Humana

El nacimiento de la CH está vinculado legalmente al Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, que en su artículo 22.1 afirma: "Toda persona tiene derecho a asociarse libremente con otras, incluso el derecho a fundar sindicatos y aplicarse a ellos para la protección de sus intereses". Añadir que este artículo es vinculante a todos los Estados que firmaron el Pacto, entre ellos todos los que gozan de Constituciones Democráticas. Pueden hablarnos las especialidades en Derecho de la Naturaleza Jurídica, o del Derecho Internacional contemporáneo, o de los Sujetos del Derecho Internacional, o de los Principios Generales del Derecho y muchos de nosotros no entenderíamos casi nada, pero no por ello seremos menos ciudadanos humanos. No necesitamos ser abogados para ser ciudadanos humanos. Con tener al alcance o "en una mano" la Carta Internacional de los Derechos Humanos y "en la otra mano" los Estatutos que finalmente aprobemos como Asociación de los Humanos Libres es más que suficiente. Con esta información la conciencia individual tendrá adecuado conocimiento legal para fundamentar su ciudadanía humana y poder asistir correctamente, cuando lo desee, al interés general humano.
 
El buen uso de la Democracia nos proporciona o puede proporcionar, entre diferentes estadios públicos del pensamiento, las conciencias sociales suficientes para conocer y poder comunicarnos cuerdamente entre todos los círculos de ciudadanías generales donde ejercemos voto. Como hemos visto, cada ciudadano, es un individuo civilizado por el que discurren y existen varias ciudadanías. La clave para todo este "milagro" es saber que todas nuestras identidades colectivas y públicas son democráticamente compatibles entre ellas; es más, están interactuando unas con otras formando las diversas sociedades actuales. Cuando la ciudadanía general de nuestra Comunidad Autónoma nos llama a votar ponemos nuestro voto y mente a su servicio. Cuando nuestra Soberanía nos llama a votar junto a todos los demás conciudadanos soberanos ponemos nuestro voto a su servicio. Y así sucesivamente.

La competencia honesta entre varias comunidades democráticas no elimina el buen criterio ciudadano, lo motiva, porque nuestro vecino en otro Municipio o en otra Comunidad Autonómica es nuestro conciudadano en el siguiente grado, curva de la espiral civilizada o estadio de ciudadanía democrática. El desarrollo del sentido común cívico de las ciudadanías "pequeñas" fortalecen las "grandes", también en sentido inverso. El desarrollo democrático y evolutivo de las ciudadanías mayores fortalecen a las menores, formando un ciclo vital para las diversas libertades democráticas del individuo/ciudadano y sus diversos intereses generales. Sólo así sumaremos una necesaria y lógica Ciudadanía Humana a esta maravillosa maquinaria social y democrática de las diversidades ciudadanas en el individuo civilizado.
 
Por otro lado, la democracia Representativa para la voluntad política del ciudadano es imprescindible en los actuales modelos de Estado, pero puede ser complementada con una tercera, posible y casi inevitable vía: "democracia de la opinión humana". Porque nuestros representantes políticos pueden obtener nuestra voluntad política en las labores de gobierno del Estado, de la Autonomía o del Municipio, pero nuestras opiniones cívicas referentes a la Humanidad y al conjunto que formamos depende de nosotros, los ciudadanos humanos. Esto sólo puede certificarlo un escrutinio desde un ejercicio mundial de voto de opinión que abarque en igualdad de derechos a todo el conjunto de los individuos libres de la especie Homo sapiens.

Para que algo público sea legal debe pasar por el proceso político y así siempre nacieron las ciudadanías, tanto sus derechos como sus deberes (todas las ciudadanías no tienen los mismos derechos ni los mismos deberes), surgiendo desde el campo político y público. El nuevo modelo de CH ahora no necesita la política (la pública) para nacer, sólo lo público (opinión pública), porque lo político, ya con los DDHH y con la Carta Internacional de los DDHH, cumplió, tenemos apoyo legal de sobra para la "Cimentación". El campo para la CH lleva abierto muchas décadas, no hace falta trabajo político en los poderes públicos (aunque siempre se agradecerá ayuda). Con la CH no nace un nuevo municipio, no nace una nueva nación, simplemente nacerá una mentalidad colectiva. Y lo verdaderamente grande de esta nueva ciudadanía es el colectivo en cuestión, la Humanidad Libre, porque si la mente colectiva fuera, por ejemplo, la del grupo de vecinos de nuestro edificio o barrio no sería tan importante. Así, como una asociación de vecinos de la Tierra, puede nacer un nuevo fundamento ciudadano que cubra a la Humanidad Democrática.
 
Sin la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DDHH) no se podría emprender el presente viaje ciudadano hacia la búsqueda del interés general humano de la manera más razonable posible. La DDHH comienza dejándolo bien claro en su primer artículo: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente unos con otros". Así, con razón y conciencia, al tratar de idear un comportamiento fraternal y digno entre todos, una ciudadanía general y viable que nos enmarque a los humanos democráticos se descubre posible, pacífica y benéfica. Podemos concretar con otro artículo más de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 20.1: "Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica". Y además está el ya citado artículo 22.1 del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos ya recordado al principio de este apartado: "Toda persona tiene derecho a asociarse libremente con otras...".
 
Gracias a estos artículos aquí se afirma legalmente que los humanos libres podemos proponernos consultas democráticas convocadas de manera legal (sin desobedecer ley democrática), en modo legítimo (en nombre de la propia ciudadanía general convocada), utilizando la razón (con verdades teóricas y verdades probadas) y a tenor del sentido común o de la cordura democrática (proponiendo normas o Estatutos para el modelo estructural a gestionar). Desde la generalidad ciudadana, renunciando al vinculante poder público, es posible abrir democracia en la Humanidad. Es por tanto un nuevo modelo de ciudadanía además de una nueva ciudadanía. Hasta ahora la ciudadanía conocida y sus tipos, ciudadanía política y jurídica, incluso la social, necesitan entrar en el escenario político y cerrado del Estado para que sus ideas se establezcan en la realidad, mientras que el modelo ciudadano aquí mostrado no precisa nada de los Estados de Democráticos, más que los derechos fundamentales del individuo, reconocidos internacionalmente por dichos Estados.
 
Y al dejar tan pesado lastre (el poder político, pero necesario en lo soberano y en otros gobiernos públicos), se vuelve tan ligera la CH que es capaz de mostrar a un ser vivo colectivo, pensante, votante y sabio; descubriéndose como válida esta nueva y original teoría de ciudadanía para los humanos libres. Podemos acudir a una reunión de todos los humanos democráticos, no para evadirnos y dejar los problemas mundiales a otros, sino para pensar, votar entre nosotros y ofrecer contribuciones inteligentes. Sin invadir las competencias de ningún otro colectivo legal establecido, pero impidiendo que los intereses generales de la Humanidad sigan perdidos o desatendidos.
 

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