viernes, 19 de noviembre de 2010

La Ciudadanía Humana, Parte III, página 75

Demopisteme

o

La Democracia de los Conocimientos Públicos y Mundiales


           "Si anhelamos con sinceridad y pasión la seguridad, el bienestar y el libre desarrollo del talento de todos los hombres no hemos de carecer de los medios necesarios para conquistarlos.”     Albert Einstein (1879-1955).

Una pregunta queda pendiente desde la Democracia de Opinión: ¿el conocimiento público y especializado que posee todo individuo o ciudadano forma parte de la personalidad colectiva?. Y: ¿es “opinable” el conocimiento?. Porque la personalidad colectiva de nuestra sociedad humana en libertad también implica todo lo conocido (conocimiento público o en relación a lo público, se entiende) por los ciudadanos, sean universitarios, académicos, científicos, ingenieros o mecánicos, arquitectos o albañiles. Habría que accionar democracia (de opinión especializada) en el conocimiento público que posee la Humanidad Libre en todos sus campos o disciplinas del conocimiento público y profesiones involucradas en la generalidad que necesitamos o demandemos como conocimiento colectivo. Por lo que no sólo precisamos conocimiento, también su oportuna clasificación y acción democrática.

 Todos los ciudadanos tenemos calidades débiles en el amplio y variado mundo del conocimiento humano que pueden ser cubiertas o entendidas con la colaboración democrática y adecuada de otros ciudadanos donde esos puntos débiles son calidades fuertes. Todos los ciudadanos tenemos también calidades fuertes en algún conocimiento o tema especialista y nuestra colaboración democrática y adecuada en ello cubrirá las débiles calidades que otros ciudadanos padecen al respecto. Podemos otorgar un encuadre adecuado a la sociedad humana basado en principios democráticos que cubra la opinión especializado de los mundos académicos y públicos. Así, diseñar y poner en funcionamiento mecanismos democráticos donde pueda discurrir y expresarse una “adecuada colaboración” de las distintas y variadas opiniones es posible y necesario para completar la Ciudadanía Humana y otorgarle una cordura lejos de las manipulaciones disfrazadas. Para ello necesitamos la solidaridad ciudadana, democrática, específica e internamente general de los principales grupos disciplinados o académicos de las ciencias y de los colectivos profesionales especializados e involucrados en los graves problemas de la Humanidad.

Este complemento fundamental y democrático será llamado en esta convocatoria “Democracia de los Conocimientos Ciudadanos o Públicos”, nombre en clave: Demopisteme. Obviamente lo empírico no necesita ser votado, sólo mostrado, pero en lo no empírico es oportuno la acción o reacción democrática. Es importante matizar que suele llamarse “democratización del conocimiento o del saber” a tratar de hacer el conocimiento más popular o cercano a los ciudadanos con estudios básicos, sobre todo en las disciplinas llamadas académicas o universitarias, no planteándose el término como ejercicio de voto. Es “democratización” por hacer algo comprensible o atrayente a la mayoría ciudadana, popularidad que no implica métodos democráticos de consultas o votaciones. Sin embargo y como diferencia sustancial la Democracia de los Conocimientos que se presenta cumple ambas funciones: llevar más conocimiento a los ciudadanos, por un lado, y por otro, el fundamental: ejercer un tratamiento democrático de todas las especialidades del saber público con los votos de sus especialistas.

El fin no es la Democracia, ésta es la forma, el fin es el escrutinio y su publicación abierta, resultado alojando la opinión y los conocimientos donde comienza a ser fundamental las buenas y variadas formas. Los fines o los escrutinios, bien ordenados, forman las personalidades colectivas completadas con estas ayudas temáticas hacia nuestras identidades naturales y públicas. Somos muchos conceptos, espacios o niveles asociados (programación, azar, voluntad...) entre los que destaca uno fundamental, también somos lo que sabemos. Si somos lo que sabemos: cuanto más sepamos mejor seremos o podremos ser; o mejor serviremos a nuestra opinión, voluntad y deseo, tanto individual como colectivamente. Buscamos la diversa sabiduría humana arropando a su generalidad con adecuadas democracias cualificadas.

El método democrático puede ser educativo, cultural, ciudadano, privado, público, empresarial, intelectual, científico, económico, moral, etc. Es más, el método democrático potencialmente siempre ha sido una poderosa herramienta para el conocimiento de cualquier comunidad y sus grupos plurales y diversos, un bien público para la diversidad civil y sus asociaciones legales. Cuanto más y mejor democracia se utilice en los diversos campos de los conocimientos públicos más civilizada la sociedad en general resultará. Y como cada ciudadano goza de conocimientos especializados y padece de ignorancias especializadas, si todas las disciplinas de los conocimientos públicos celebran consultas democráticas entre sus profesionales o especialistas, más cercanas de todos los humanos quedarán todas las especialidades del conocimiento humano.

Recordemos la cita de George Bernard Shaw: “Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea y las intercambiamos, entonces ambos tendremos dos ideas”. Esta cita sirve para explicar la diferencia entre el test colectivo de inteligencia o de personalidad que se utiliza por los psicólogos y la personalidad colectiva a la que se llega con las democracias de las opiniones y de los conocimientos. Porque si cien personas son sometidas a un test de conocimiento geográfico y sólo una sabe que las islas Baleares están en el mar Mediterráneo, los resultados dirán que sólo el 1% supo este dato, pero con la democracia de los conocimientos que utilice el mismo test como voto dirá que el colectivo consultado sabía el dato. Es decir, estas innovadoras democracias que utilizan los cuestionarios o tests como votos no valoran a los individuos, sino a los colectivos. No son para dividir y clasificar a los colectivos en grupos menores de individuos, sino para unificarlos en personalidades o conocimientos comunes.

Hoy en día el Conocimiento público y mundial es diversidad, demasiada diversidad para una sola mente individual o ciudadana, por ello el Conocimiento general humano se encuentra “atesorado” o dividido entre muchas individualidades de grupos menores o minoritarios, cualificados en los diversos temas o sectores de nuestro saber mundial y público. Esa división sería desastrosa y un caos si no existiera la ciudadanía y su interés general que actúa como acervo común del conocimiento público en libre circulación. Así la ciudadanía no es sólo la suma o acopio de todos los conocimientos, también es la que proyecta y ofrece evolución o dirección civilizada a todos los conocimientos, sus disciplinas y especializaciones. La sabiduría general de la humanidad es el conjunto o suma de todos los sectores públicos del conocimiento, que son muchos, cada vez más. Existen los conocimientos temáticos (y los multitemáticos, poli temáticos o inter disciplinares), por lo tanto existen los conocedores temáticos (y los poli temáticos). Son los individuos o ciudadanos en cuyas mentes residen las interpretaciones más conscientes, informadas o expertas ante las cuestiones temáticas o especializadas de importancia colectiva humana.

Conseguir la calidad necesaria para nuestro conocimiento general y colectivo implica acceder democráticamente a todos los sectores del conocimiento y lo necesitamos para que abran sus datos temáticos al interés general humano. Por ello los Estatutos proponen consultas democráticas entre los diferentes campos y grupos humanos del conocimiento público mundial como mecánica fundamental, como muestran los Estatutos Propuestos:
Artículo 5.1: La ACH investigará democráticamente, promoverá e informará de sus diversos pensamientos colectivos desde los diferentes campos, disciplinas o especializaciones del conocimiento público que tengan sus socios, estableciendo para ello la Democracia de los Conocimientos Públicos y Himanos. Serán sistemas de consultas democráticas y mundiales entre las opiniones especializadas de los ciudadanos humanos y sus diferentes grupos de conocimientos temáticos o especializados, donde se buscará prioritariamente compartir democráticamente el conocimiento, sus diversidades y perspectivas; y obtener escrutinios sabios, soluciones prácticas y opiniones inteligentes ante los problemas mundiales y para servir sabiamente al interés general humano.

Es importante exponer que la democracia del Conocimiento público no debería entenderse como patrimonio exclusivo de lo que llamamos Ciencia (tanto en su modo académico o de sistema educativo, como en el experimental o de aplicación profesional). Es más, el patrimonio exclusivo del conocimiento público corresponde a la ciudadanía general y, a partir de ella, a los grupos o conjuntos de conocedores temáticos. Cuanto más avanzan los conocimientos más avanzan los no-conocimientos. Como pensó Benjamín Constant (1767-1830): “La cultura y el pensamiento ensanchan nuestra zona de luz, cierto; lo que no suele añadirse es que ensanchan también proporcionalmente, nuestra zona de sombra”. Por ello cuanto más sepan los conocedores menos sabrán los desconocedores. La distancia crece precipitosamente. Y atención: no hablamos sólo de dos grupos, hablamos de cientos o miles de subgrupos diversos. Tampoco hablamos de individuos, hablamos de los conocimientos y desconocimientos dentro de los individuos.

El conocimiento especializado, general y público, es un concepto más profundo que la propia individualidad, no puede definirse sólo con ella. Los conocedores temáticos no son exactamente individuos, son conocimientos temáticos almacenados, interpretados o emitidos desde los individuos. Una misma persona puede ser conocedora temática ante algunos sectores o cuestiones especializadas y, al mismo tiempo, desconocedora ante otras. Por lo tanto existen conocimientos y desconocimientos dentro de una misma individualidad. Una misma individualidad puede ser señalada como conocimiento especializado y, al mismo tiempo, como ignorancia “especializada”. Por ello más que ciudadanos especializados en algún campo del conocimiento (o en varios), son especialidades del saber dentro del ciudadano.

Siendo así en la época actual y en la búsqueda del conocimiento de la ciudadanía general de la Humanidad: no deberíamos pretender dividir e individualizar a la “masa” y a “las minorías selectas”, aunque fuera o pareciera correcto hace 90 años. Durante la tremenda aceleración y ramificación que en el último siglo ha experimentado el conocimiento público puede decirse que ya no hay “masa” de individualidades, hay “masas-temáticas” entre todas las individualidades ciudadanas, donde cohabitan cívicamente con las “minorías de calidad”, o “masas-especializadas”, si se prefiere.

En la desequilibrada cultura planetaria que se extiende en este siglo XXI es usual encontrar ciudadanos que son “masa” y “minoría selecta” al mismo tiempo (y lo mejor: lo sabemos). Cualquier de nosotros puede ser una completa “masa” en matemáticas, música, química, física y, sin embargo, en nuestra profesión y vocación podríamos ser o estar entre las minorías selectas de dichos conocimientos. Tenemos que ser capaces de acceder democrática y públicamente a las “minorías selectas”, apodo en este discurso para los “conocedores temáticos”, minorías de calidad ubicadas en los diversos sectores mentales de la sabiduría ciudadana.

La Psicología social es extensa y diversa en afirmaciones. Recordemos al psicólogo Gustave Le Bon (1841-1931) que afirmó: “los grupos son intelectualmente inferiores a los individuos”. Tenía razón. El grupo (incluida una hipotética comunidad de intelectuales) cuando es dirigido hace posible que sea manipulable por el líder y sus cargos cercanos. Así el grupo es parecido a alguien que quiere decir mucho más y le faltase voz para ello; voces como las que pueden producir las democracias de Opinión y de los Conocimientos. Por ello actualmente a la afirmación científica del ciudadano Le Bon habría que colocarle una excepción o progreso: “Los grupos democráticos políticos, sin mecanismos de consultas a la opinión pública, tanto general como especializadas, son intelectualmente inferiores al individuo”.

Ningún ciudadano es especialista en todo, pero su ciudadanía general cubre a todos los campos del conocimiento público y especializado. Porque de la ciudadanía general puede emanar y evolucionar democráticamente el conocimiento general y todas sus especialidades públicas. La ciudadanía no está al servicio del conocimiento, es a la inversa; a pesar de que la propia ciudadanía pueda transmitirse por la vía del conocimiento. Esto es importante, aunque a algunas mentes “poco democráticas” duela la necesidad pública de que los niños de los países democráticos terminen la adolescencia con conocimiento básico y pleno de lo que son las ciudadanías generales democráticas.

Cuando las conciencias ciudadanas individuales son minoría entre la población la democracia deja de ser o es altamente manipulable hacia dictaduras o totalitarismos disfrazados. La ciudadanía no es un tema del conocimiento, es mucho más, es la generalidad pública de personas libres que enmarca a todos los temas o sectores del conocimiento. Tampoco es innata la ciudadanía, pero debe estar lo más cerca posible de esta definición. Una de las primeras informaciones entendibles para los niños debería o podría ser el conocimiento progresivo sobre las comunidades ciudadanas donde vive y donde algún día ejercerá como ciudadano. Todo niño del mundo merece ver en televisión una mano que introduce un voto en una urna antes que ver una mano disparar una pistola.

Los escrutinios temáticos pueden producirse fácil y recomendablemente para la vida pública mundial. El conocimiento y la publicación de los datos de estos escrutinios pueden formar una ciudadanía humana más equilibrada y sabia. Podemos ofrecernos las diversidades del saber, incluidas las de alto conocimiento, asentados en un foro común y en igualdad de derechos. Y lo más importante, podremos eliminar fácilmente nuestras agnosias (ignorancias y/o desconocimientos), generales e individuales; pues tendremos a mano resultados de escrutinios especializados en los campos importantes consultados, mostrándose con palabras generales hasta las vanguardias evolutivas de todos los campos del saber que conoceremos más y mejor.

En el Conocimiento público al que tenemos paso democrático existe uno de importancia singular donde no hemos accedido todavía. Saber cómo somos, nuestra personalidad común humana y, por lo tanto, cómo o quiénes queremos ser, aquí necesitamos a los sociólogos o a nuestra parte sociológica. Si por un momento imaginásemos que Dios existiera y que apareciera de repente ante todos nosotros, revelando un inmenso poder, con capacidad para ofrecernos felicidad infinita o, por el contrario, sufrimiento eterno; todos o casi todos los humanos obedeceríamos su leyes o deseos sin titubeos y con temor. El injusto se volvería justo; el malo, bueno. Pero sólo en apariencia y serían como actores que ocultarían su verdadera personalidad. De alguna manera, en plan colectivo, seríamos un disfraz de lo que somos, pero igualmente incapaces de saber cómo somos, y el disfraz también nos engañaría a nosotros mismos.

Si queremos saber la Verdad de cómo somos ante nosotros mismos y ante lo que “sea” deberemos crear métodos democráticos y después utilizarlos adecuadamente. Si resultásemos no ser suficientemente buenos, ni siquiera para nosotros mismos, al menos habremos aprendido el por qué (o quedaremos en disposición de utilizar democracia especializada para saber el por qué) y, de esta manera, en nuestra voluntad común quedará solucionarlo o no. Así, los mecanismos de consulta para la opinión humana y para sus conocimientos son fundamentos de la CH, dos caminos entrelazados y motivando pasos a las urnas que nos mostrarán cómo o quiénes somos, cómo queremos ser y qué sabemos.

El propósito es construir con resortes o votos no vinculantes para producir conocimiento democrático al nivel general humano. Así, sin molestar y paralelamente, el siguiente capítulo mostrará una Democracia General Humana para influir en el poder a través del no poder, con aplicación o adaptación de un modelo ciudadano constructor de conciencia colectiva sin utilizar la vía vinculante. Los esfuerzos de esta ponente ciudadanía general Humana a continuación convocada deben centrarse en formar unos Estatutos Democráticos adecuados para trabajar democráticamente con todos los grupos mundiales de los conocimientos temáticos y descubrir sus sabios escrutinios, así  comprender cómo puede conseguirse que el hambre letal, la miseria degradante, la contaminación mortal y la violación organizada de los Derechos Humanos DESAPAREZCAN del mundo humano y su entorno.

Porque si el tratamiento democrático de los conocimientos de todos los especialistas del saber humano no pudiera descubrir, al menos teóricamente, las soluciones a los problemas mundiales generados por nosotros, se podría asegurar que nuestro futuro común es muy pesimista. Necesitamos acciones responsables ante urnas mundiales, humanas y especializadas. Encontrar esta perspectiva general, junto a la personalidad colectiva que ello conlleva, requiere la estrategia de una ciudadanía general democrática. Donde el ciudadano conecte con la opinión pública humana y los análisis académicos sean formalizados en orden democrático a su expresión colectiva.

La filosofía democrática del Pueblo (en este caso del Pueblo Humano) puede llevar a la conciencia colectiva del Pueblo, obviamente con lenguaje del Pueblo, donde toda profundidad académica o disciplinar del conocimiento tenga agarre, el fundamento es muy simple de explicar: la democracia y sus derechos ciudadanos. Toda disciplina del conocimiento es parte del conocimiento general, no son dos sujetos, es uno con muchas extensiones. Las disciplinas del conocimiento no existen para alejarse de la sabia generalidad, ni para despreciarla, manipularla o explotarla.

La teoría es inapelable baja las luces del razonamiento democrático, pero la práctica es muy difícil, pues necesitamos la colaboración de las Universidades públicas y de los Sindicatos. Realmente en Universidades, Sindicatos y Colegios profesionales se encuentra la pieza fundamental de la Democracia del Conocimiento y es difícil porque son organismos jerarquizados, divididos en geografías, idiomas y contenidos, y muchas veces separados por posturas o escuelas de diferentes tendencias académicas e incluso hacia partidismos políticos. Aunque se podría iniciar al margen de muchos de ellos es mejor contar con sus aprobaciones y colaboraciones. De alguna manera los trabajadores académicos, profesores, doctores, rectores, etc, están “reciclándose” hacia una nueva época en la evolución de la Educación pública dentro de los Estados democráticos. Enseñar públicamente, por fin, se está convirtiendo también en aprender. Erich Fromm nos dice en su libro ya citado: “A pesar de haber alcanzado este grado de democracia (que, sin embargo, estamos aún muy lejos de haber puesto en práctica de manera completa), debe reconocerse que el mismo no es todavía suficiente. El progreso de la democracia consiste en acrecentar realmente la libertad, iniciativa y espontaneidad del individuo, no sólo en determinadas cuestiones privadas y espirituales, sino esencialmente en la actividad fundamental de la existencia humana: su trabajo”.

No sólo porque la actividad docente o académica de la educación pública es un trabajo, además porque es una actividad fundamental de la existencia humana. No hay que dudar que se trata de un enorme trabajo, incluso una revolución de los conocimientos y en muchos casos de profesiones involucradas mundialmente en el medio ambiente y recursos comunes. Baste imaginar, por ejemplo, una votación mundial entre todos los médicos de los países democráticos, o entre todos los sociólogos, con muchos idiomas involucrados. En primera instancia como ordenamiento de las opiniones profesionales, mayoritarias y minoritarias, ante la propia disciplina, y en otro orden ante los problemas mundiales donde dicha disciplina del saber tenga campo de actuación. Algo así podría ser convocado dentro de la CH, bajo su asociación mundial, aquí llamada “Asociación para la Ciudadanía Humana” (ACH).

Un aspecto importante de Demopisteme es su asociación al debate especializado (incluso dejando espacio al no especializado), ya que antes y después de cada consulta democrática y su escrutinio surgirían debates interesantes. Al respecto unas palabras de Amartya Sen: "De hecho, la participación pública en estos debates valorativos –explícita o implícitamente- constituye una parte fundamental del ejercicio de la democracia y de la elección social responsable. En cuestiones de valoraciones públicas, no hay manera de evitar la necesidad de someter las valoraciones a un debate público. El trabajo de la valoración pública no puede sustituirse por un ingenioso e inteligente supuesto. Algunos supuestos que parecen funcionar sin problemas y de una manera fluida funcionan ocultando las ponderaciones y los valores elegidos con refinada opacidad. (...) El debate público y la participación social son, pues, fundamentales para la elaboración de la política económica y social en un sistema democrático. En un enfoque basado en la libertad, la libertad de participación no puede ser sino fundamental en el análisis de la política económica y social.” (“Desarrollo como Libertad”, Madrid, Editorial Planeta, 2000, pag. 140-141)

Desde todos las diversidades no reunimos teóricamente todos los humanos, desde los que desconocemos muchas disciplinas del conocimiento hasta los que conocemos mucho de una o varias. De esta manera razonada la Ciudadanía Humana permitirá puentes equilibrados entre los especialistas del conocimiento y la generalidad. Docenas de puentes democráticos por donde puedan transitar los escrutinios que nos harán a todos más sabios y nutrirán a la mente humana con un sentido común más inteligente. Escrutinios en busca de sus creadoras, las conciencias libres, para que sean interpretados como la verdad general Humana desde su libre albedrío. Ya tenemos la estructura, ya podemos convocar las normas que harán como paredes para distribuir el espacio interior y hacia el exterior donde ofreceremos nuestra imagen mundial. Pero antes de este “Alzado” (convocatoria y Estatutos propuestos en su orden del día) un último apartado clarificador sobre la mundialización de la ciudadanía.

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