viernes, 19 de noviembre de 2010

La Ciudadanía Humana, Parte III, página 89

       Enterrando armas, sembrando votos
 
Hemos visto que Martha Nussbaum es defensora del humano cosmopolita y lo define como "el comprometido con toda la comunidad de seres humanos". Hasta aquí casa perfectamente con la ciudadanía humana, por ello podemos decir que ésta es cosmopolita. Pero cuando afirma su deseo de "hacer de la ciudadanía mundial, más que de la democrática o nacional, el núcleo de la educación cívica", aquí ya empezamos a encontrar ligeras diferencias entre el cosmopolitismo de la ciudadanía mundial de Nussbaum y el cosmopolitismo de la ciudadanía humana. Porque las distintas ciudadanías que conviven armónicamente dentro del humano libre ocupan simplemente niveles, no hay núcleos, y si lo hubiera recaería en la ciudadanía soberana, base y cimentación que permite el desarrollo de la ciudadanía humana.
 
Aquí parece una vez más que la ciudadanía mundial necesita de soberanía mundial, de Estado mundial, de autoridad pública mundial, pero la ciudadanía humana: no. La CH pretende gestionar una mentalidad colectiva, no una soberanía o política con poderes públicos. Porque libertades ciudadanas tenemos suficientes, nos consideramos plenamente libres, pero mentalidad general, suficiente, no tenemos, y menos a nivel mundial o de nuestra especie homínida. Tampoco la CH se basa en la empatía, aunque ésta es una cualidad muy útil en cualquier situación colectiva. No necesitamos mirar desde el otro o ponernos en lugar del otro, sino que miramos dentro de nosotros mismos para así encontrar nuestro nivel humano y con él un método eficiente y civilizador para la Humanidad, pero por supuesto "igual que hacemos nosotros pueden hacer ellos", por lo que algo de empatía existe, pero no es el recurso anímico esencial para la CH.
 
Por otro lado la crítica a la propuesta cosmopolita de Nussbaum que dicta Carlos Thiebaut como "la tensión de la responsabilidad cosmopolita", carece de fundamento con la CH, ya que "las identidades sólidamente consolidadas del clan, de la etnia o de la nación" tienen continuidad con la CH. Porque al igual que las ciudadanías municipales y autonómicas con poderes públicos, no siendo soberanas, complementan a la soberana, igual ocurre con la CH. Que no sólo se aleja de la soberanía, también de todo poder público aunque no sea soberano, y va "más allá", pero se adapta o puede adaptarse perfectamente a la estructura social y moral de cualquier comunidad con diferentes niveles de ciudadanías democráticas.
 
Además la forma cívica de la CH "desmonta" la crítica de Barber cuando dice "que la idea del cosmopolitismo poco o nada ofrece para que la psique humana se centre en ella", porque es todo lo contrario, el cosmopolitismo de la CH requier descubrir la psique humana en su forma colectiva. No sólo nos centramos en la psique humana, además la convertimos en el centro humano, como cuando humanos nos ofrecemos y votamos. Una psique humana colectiva ordenada por escrutinios adecuados para descubrir nuestra máxima inteligencia colectiva. Siguiendo con las críticas se cita: "Otro argumento en contra de la argumentación filosófica de la ciudadanía cosmopolita lo ofrece Michael Walzer, que sostiene que para llegar al cosmopolitismo hay que comenzar con despertar un sentimiento de fraternidad y vecindad hacia nuestros vecinos y conciudadanos. Además, para Walzer, la ausencia de un estado mundial, hace imposible la idea de una ciudadanía universal, donde no están claros los derechos y obligaciones de los supuestos ciudadanos y ciudadanas."
 
Ante la primera crítica señalada de Walzer, más que despertar un sentimiento de fraternidad, habría que canalizar el que ya existe, que no es poco. Y nada mejor que canalizarlo civilizada y mundialmente con votos capaces de expresar los pensamientos de fraternidad (no sólo los sentimientos), razonados democráticamente y expuestos públicamente. En cuanto a la segunda crítica de Walzer: "la ausencia de un estado mundial, hace imposible la idea de una ciudadanía universal" es precisamente todo lo contrario, porque con la CH: "la ausencia de un estado mundial, hace posible la idea de una ciudadanía universal como la Humana, centrada en la psique humana, no en el poder político humano", precisamente porque ésta renuncia al Estado mundial.
 
De todas formas el planteamiento presente de la CH no estaría plenamente de acuerdo con Nussbaum cuando afirma "el sustrato ético del cosmopolitismo es considerar a las personas como moralmente iguales, lo que significa que la nacionalidad, la etnia, la clase, la raza y el género, son moralmente irrelevantes". Porque el modelo CH rompe con los moldes de las ciudadanías actualmente en ejercicio, ya que ante todo busca la conciencia colectiva, la personalidad inteligente y colectiva de la Humanidad, éste es el sustrato ético de CH, más allá de la igualdad en derechos que ya nos viene ofrecida por las ciudadanías soberanas. No sólo es considerar a las personas moralmente iguales, además requiere que esa igualdad dé sus frutos cuando se diversifica y desiguala en el mundo del conocimiento y sus cientos de raíces especializadas. Por supuesto que la CH trabajará codo a codo con los DDHH para que todos los humanos sean legalmente iguales, pero no es suficiente, además hay que formar una personalidad colectiva cuerda y lo suficientemente inteligente para interpretar la actualidad del mundo.
 
Por ejemplo, las ciudadanías europea y estadounidenses: ¿son de una manera no jerárquica y sus ciudadanos son moralmente iguales, lo que significa que la nacionalidad, la etnia, la clase, la raza y el género, son moralmente irrelevantes?. La respuesta es sí, PERO: ¿gozan de personalidades colectivas que se expresen democráticamente?, la respuesta es no. La CH no quiere un cosmopolitismo basado en los modelos "anticuados" (ciudadanía westfaliana, por ejemplo) de ciudadanías. Requiere romper el molde en cuanto a la expresión colectiva, no observando y estudiando al sujeto (el pueblo o la ciudadanía general) y bastando sólo otorgarles derechos y o deberes, sino además haciendo que el sujeto goce de capacidad de expresión democrática, legible y razonada, tanta o la suficiente hasta formar y continuar una personalidad colectiva inteligente.

En cuanto a las propuestas políticas de la ciudadanía global vemos que este ethos cosmopolita utiliza dos palabras fundamentales "supraestatal" y "transnacional", mientras como hemos visto, el ethos cosmopolita de la CH es neutral ante estos dos conceptos: estado y nación. Sin embargo o aún así es capaz de presentar una democracia, más que internacional (que hace alusión a "nación), mundial y cosmopolita. En resumida cuenta los planteamientos de la ciudadanía global o mundial y su ética cosmopolita necesitan del establecimiento del derecho cosmopolita, pero la CH no, simplemente toma este derecho de hecho o directamente de derechos ya establecidos como la libertad de asociación, de opinión, de voto, etcétera; y haciendo uso de su libertad y de sus derechos actuales tratan de dialogar con la psique general de la Humanidad. No necesitamos más para la democracia mundial y este modelo nuevo de ciudadanía cosmopolita llamada Ciudadanía Humana.

Cuando leemos: "Asimismo, el derecho cosmopolita promovería la creación de un poder legislativo y un poder ejecutivo transnacional...," podemos pensar en utopía o en un bonito sueño muy alejado de la realidad actual y del avance histórico (sin negar que la utopía y los buenos sueños son necesarios para crear nuevas alternativas). Porque, no ya países muy poderosos y democráticos como EEUU, UE, Japón, Canadá o Australia, se resistirían ante este planteamiento de ceder su soberanía a la causa cosmopolita, además está China, Cuba, Arabia Saudí (sólo por citar unos ejemplos de países jerárquicos) que se resistirían militarmente.
 
Por ello el miedo ante las siguientes palabras de la ciudadanía global: "Incluso contemplaría el recurso al uso de la fuerza para hacer frente a las amenazas contra el derecho cosmopolita democrático proveniente, por ejemplo, de que en el caso de haber agotado las vías de negociación, se persistiera, en un estado determinado, en la violación de los derechos y obligaciones democráticas...". "Algunas de las propuestas concretas en el corto y largo plazo serían la reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la creación de una segunda cámara en la ONU, la fundación de un parlamento global, el establecimiento de un nuevo organismo de coordinación económica, la creación de una fuerza militar internacional...". Así que volvemos a la necesidad de guerra para unir democráticamente al mundo y además para una democracia anticuada, incapaz de formar una personalidad colectiva cuerda y consciente. Siendo como siempre, con los ciudadanos votando sólo para nombrar representantes y sin ensanchar la vía participativa.
 
Podríamos afirmar que el planteamiento de la CH rompe esquemas del cosmopolitismo académico (por llamarlo de alguna manera) y ofrece un cosmopolitismo ciudadano y directo, listo para voto. Además la CH ofrece democracia sin guerra o sin ejércitos. Pero en realidad ambos modelos de cosmopolitismo no son contrarios, no tienen porqué contradecirse, ya que para un Estado Mundial un buen paso intermedio sería CH. Si el avance histórico, las nuevas circunstancias internacionales y el devenir de la Humanidad apuntan a un Estado Mundial, nada mejor o intermedio que una ciudadanía humana capaz de mostrar la personalidad colectiva de la Humanidad. Y si no viene o no hay Estado Mundial en el futuro humano, de igual manera nada mejor que la ciudadanía humana para ejercer un cosmopolitismo posible y ventajoso para los humanos libres.

No obstante hay un concepto muy importante que afecta directamente a la CH y es citado y detallado en la Ciudadanía Global, es la llamada "sociedad civil mundial". Comúnmente suele entenderse como sociedad civil a los agentes, grupos o asociaciones que, sin pertenecer a los poderes políticos, son consultados por éstos porque forman el termómetro social de las sociedades. Ello escapa un poco a la participación individual directa necesitada por la CH, no nos generamos por la unión de grupos menores interdependientes, sino por las participaciones o votos individuales. Por lo tanto más que sociedad civil mundial, como CH, requerimos de una sociedad cívica mundial. Es decir, ofrecer a los humanos libres una sociedad común, global o mundial, donde puedan ejercer votos fundamentales para la Humanidad Libre,
 
Aún así, una sociedad cívica de la Humanidad Libre, siendo viable con una adecuada asociación democrática de los humanos libres (como la CH), puede facilitar la concepción de la sociedad civil de la Humanidad Libre. Porque, aunque parezca mentira, es más fácil generar o descubrir una sociedad civil mundial que una sociedad civil de la Humanidad Libre, siendo esta última menor. La respuesta es sencilla si observamos los complicados (valga la contrariedad) entramados de sistemas altamente conectados con las redes sociales del mundo, interconectadas o interdependientes. Si observamos un agente social como las ONGs nos daremos cuenta que actúan tanto en estados democráticos como en estados jerarquizados. No suelen existir ONGs, sindicatos o cualquier otro agente social que sólo se ciña a la Humanidad Libre.

Y a la espera del rigor científico o sociológico, cuyos estudios expongan cómo se organizan las redes sociales para generar una sociedad civil de la HL, sólo tenemos una ciudadanía humana para comenzar tan agradable labor, porque capital social tenemos de sobre. Necesitamos redes sociales para generar y reforzar la sociedad civil de la HL, necesitamos conceptualizar dicha sociedad civil, y conceptualizando más para construir que para descubrir lo construido. Es decir, la sociedad mundial, con todo lo compleja que llega a ser, requiere menor concepto descubridor o generador para una sociedad civil mundial que el necesitado para construir una sociedad civil de la Humanidad Libre o del conjunto de las soberanías verdaderamente democráticas del mundo.
 
Muchos de nosotros somos ciudadanos de poderosas soberanías democráticas con ejércitos destinados, aunque sea en misiones de paz, en países pocos desarrollados, supuestamente cumpliendo con la ONU, pero algunos creen que haciendo el juego a intereses macroeconómicos. El ciudadano humano carece de armas y su único poder público es el voto, pero revolucionando el término hacia el multivoto. Porque no sólo intentaremos transmitir un voto, sino además una cadena lógica de pensamientos, deseos y conocimientos. Formando la personalidad colectiva superponiendo a todas las individuales que multivoten. Es en la democracia sin guerra o sin ejércitos donde formaremos nuestra personalidad colectiva humana.
 
Para la CH una nación soberana y democrática como cualquiera de las que existen actualmente en el mundo es una ciudadanía general legítima en sus funciones nacionales, por lo tanto no debe ser anulada en soberanía, sino superada en conciencia. Superada sólo como paso lógico a una conciencia más numerosa y más común, donde estamos todos los humanos libres. Y por muy pacífico que se quiera ser a favor de la una nación humana de la ciudadanía mundial, se establecería potencialmente una casus beli que podría enfrentar en una o varias guerras a dos bandos democráticos (algo que nunca ha ocurrido en la Historia). Por ello el diseño de la CH, su metodológica y concepto es perfectamente legal y legítimo ante toda ley democrática vigente.
 
La paz no significa relajación, necesitamos competir legal y sanamente. Tenemos un estupendo ejemplo con las Olimpiadas, que no sólo sirven para batir récord. Sobre todo muestran claramente el espíritu humano de superación y su dependencia de la competencia. Se compite con el individuo de al lado por ganar medalla (competencia individual). Compiten los equipos como los de baloncesto o de fútbol para ganar las copas (competencia de grupos). Se compite por naciones, donde todas intentan llevarse el mayor número de medallas (competencia internacional). En las Olimpiadas compiten hasta las grandes cadenas de televisión o comunicación, compiten las grandes marcas deportivas y las grandes empresas de publicidad (competencia inter-empresarial). Sin embargo y magníficamente entre tanta competencia no existe la violencia. Es la paz, pero la paz activa. Esto no es partidismo ideológico o económico, ético o filosófico, no es necesario, la misma Evolución lo demuestra: Especie que se relaja demasiado o se rinde ante cualquier lucha, desaparece, o sufre transformaciones traumáticas entre extinciones mayoritarias de sus individuos.

No quiere decir ello que debamos estar siempre compitiendo, más bien y junto al descanso, que también es recomendable, practicar el espíritu de la leal y pacífica competencia, sea política, económica, deportiva, individual, colectiva, familiar, etc. La Historia nos demuestra que un buen equilibrio entre las bases del realismo y las del idealismo ofrecen energía inagotable para la evolución individual/colectiva y político/económica. Mientras más normalmente pacíficos y diversos seamos los humanos mejor adaptados estaremos ante los imprevisibles cambios. Para todas las diversidades civilizadas e internas de la Humanidad, tener otro camino ciudadano o civilizado donde caminar hacia urnas humanas, parece inteligente si se trata de elegir que nuestras responsabilidades fundamentales nos cubran a todos.
 
No importa si el diseño que expone este libro o estos Estatutos Propuestos son más buenos o menos buenos, ya llegarán mejores, construidos y elegidos por la mayoría. Lo importante es observar que ya no existe impotencia teórica y tenemos un marco mental para comenzar a preguntar y votar y, aunque seamos simplemente gente anónima, somos o podemos ser un conjunto civilizado. Sabemos o podemos saber que la Ciudadanía Humana se adquiere por conciencia propia, nada ni nadie exterior puede otorgarla, pero sí facilitar su conocimiento a la elección libre. Blas Infante (1885-1936) escribió en "Ideal Andaluz" una frase genial al respecto: "En esta empresa de afirmar la conciencia de todos, para la gran obra que a todos nos aguarda, ponga cada uno su grano de arena". El establecimiento de la CH correrá paralela a la calidad del número, no a su cantidad; a la calidad general que exista en cada momento, a su voluntad, a la inteligencia desarrollada y a la eficacia de la coordinación establecida. Si hay voto y no hay mesa: el voto hará la mesa.
 
Ojalá los Maisterdenken (maestros del pensar) humanos ofrezcan mejores referencias y se motiven hacia esta enorme y digna tarea de generar las democracias (no vinculantes) de opinión y del conocimiento. Si esta información capaz de crear conciencia u "opinión sensible" (como decía Gandhi), al nivel que sea, no se produce, nunca existirá la CH. E voto es el medio que puede otorgar conciencia democrática y voz pacífica al círculo de la libertad humana. Seamos lo que nuestros representantes legítimos en otros niveles no pueden otorgarnos, seamos humanos con votos. Ellos no pueden colocar al interés general humano por encima del interés general soberano, no es por ética y moral, simplemente por delimitación política. Nuestros congresistas, diputados y senadores de nuestros respectivos países soberanos no pueden, pero nosotros sí podemos pensar y mostrar el interés general humano; no podría ser de otra manera, pues somos los humanos libres.

Conocemos los problemas pero no sus soluciones. La solución donde no existe libertad democrática es la libertad democrática, el problema donde hay libertad democrática es qué hacer con ella, cómo utilizarla para mejorar nuestras sociedades. El Hambre es un error de la práctica de la economía mundial y su política (o falta de política), un error que desde su aparición hasta ahora hemos afrontado seriamente, pero no sabiamente, así permanece en nuestras conciencias con cierto dolor e impotencia. Nuestros líderes democráticos mundiales merecen aplauso en muchos temas, por ejemplo están logrando evitar una III Guerra Mundial desde hace más de medio siglo, pero también merecen un "toque de atención" respecto al Hambre en el mundo.
 
Los gobernantes de las soberanías democráticas podrían y pueden acabar con el hambre colectiva en el mundo. Cierto, pero ellos no son los culpables, ni siquiera los responsables. Pues no tienen derechos ejecutivos dentro de otra soberanía. Si queremos encontrar a los "culpables" deberemos mirar a la CH, todavía inexistente, pero naciente en la conciencia de la Humanidad Libre. En nuestra libertad mundial para elegir está la solución y la "invisible" responsabilidad. Tenía mucha razón Heinrich Mann (1871-1950) cuando dijo: "En el fondo, la democracia es el reconocimiento de que socialmente todos somos responsables mutuos". Si por lógica de justicia el mundo humano debe ser libre y democrático, las atrocidades globales que se cometan sería por mal uso de este derecho o por no usarlo, el derecho a ser humanos civilizados con capacidades de votos inteligentes. Podemos aludir que la CH no se ejerce todavía, que no es responsable porque todavía no existe la conciencia colectiva e inteligente de la Humanidad, cierto, por ello el aviso a las conciencias libres: no será tan "bonito" ser ciudadano humano hasta que los problemas graves y evitables del mundo sean solucionados o comiencen a menguar.
 
Necesitamos más que lógica y razón, necesitamos corazón o buena voluntad para con nosotros mismos, el conocimiento del sentimiento, como decía Rousseau. Para ello saber elegir es fundamental, ¿queremos ser ciudadanos del mundo (que no votan) o queremos ser ciudadanos humanos (prestos a votar)?. Antes sepamos que como dicha ciudadanía humana seremos los responsables, al menos como conciencia, de los problemas mundiales. Ya tenemos a los responsables, ahora busquemos la debilidad que nos "culpa": la desorganización democrática mundial, la falta de unos Estatutos suficientemente conocidos y activos. El sufragio mundial de las opiniones y los conocimientos deben comenzar a ser habitual en nuestras existencias individuales. Hay muchas preguntas que necesitan ser respondidas y conocidas. Verdades necesitadas sobre nuestros problemas comunes, sus realidades y sus posibilidades. Nuestra supervivencia como Especie necesita la garantía de verdades emanadas de sufragios ordenados en beneficio del interés general humano y de su entorno natural.
 
El mundo humano necesita establecer claramente el límite entre Democracia y No Democracia. Que caigan los disfraces de democracia para que podamos ver, sin duda alguna, qué y quiénes somos democráticos y qué y quiénes no lo son. No tengamos miedo de ver la enfermedad más extendida y contagiada en democracia, "el mal de las apariencias". Simplemente deberemos hacerlo porque somos ciudadanos democráticos de muchas ciudadanías y a la ciudadanía humana traemos la experiencia democrática y la buena voluntad plural. Razonando hacia la existencia de un interés general humano que habrá que detallar y defender; aportando los beneficios de las libertades democráticas a tan digna tarea. La posibilidad de democratizarnos humanamente, en paz y legalmente, no debería resultar indiferente, ni parecer imposible. Porque en la urna de nuestra sociedad mundial se encuentra nuestra auténtica "cordura" humana.

Convocar a los humanos libres para que voten es solicitar una especie de "habeas humani data", para que tengamos los datos de nuestros escrutinios, derecho de todo humano, en el marco mundial de un proceso democrático de la Humanidad. Datos que consten en registros públicos para que cualquier ente o entidad inteligente pueda comprobar la estructura evolutiva de la libertad humana, hacia la formación de una personalidad colectiva y cada vez mejor civilizada. Todos los humanos libres tenemos derecho a estos datos de nuestros escrutinios mundiales. Podrán darnos mil razones y mil consejos para que nunca accedamos a estos datos. Cada uno es libre para creer lo que quiera. Pero tenemos derecho a esos nuestros datos, y tenemos inteligencia para ir colocándolos estratégicamente hasta formar una personalidad colectiva suficientemente digna. Como se diría en Derecho Romano: Humani Iustitia est constans est perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi. (La Justicia Humana es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho). La cimentación y la estructura quedan servidas, ya tenemos teoría para alzar nuestra mentalidad general ladrillo a ladrillo, voto a voto. Sin votos no hay alzado, y la ciudadanía humana o la mentalidad colectiva humana se quedarán con una estructura desnuda y fría. Hasta que los humanos conozcamos nuestro derecho de voto mundial, nos convoquemos a nosotros mismos y votemos.

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