viernes, 19 de noviembre de 2010

La Ciudadanía Humana, Parte I, página 23

       Sobre el mundo actual, política
 
El mundo actual es una compleja transición a nuevas formas de modernidad donde destacan innovaciones sociales y virtuales provocadas por nuevas formas tecnológicas que eran impensables hace un siglo. A la vez, tanta modernidad recibe una inexplicable contradicción, porque cientos de millones de humanos son abandonados al hambre extrema y letal. En el plano fisiológico, en este siglo XXI o nuevo milenio, cada día nacen unas 364.300 personas en el mundo y mueren unas 147.100 (datos de finales de 2004). Si restamos ambas cantidades resultaría que cada día somos 220.000 humanos más en la Tierra. Y todas forman mentes individuales y conscientes, así la evolución anímica (mente/alma) no cesa y cada día crece más, igual aquello que pretenda estudiarlo.

Somos el mundo actual que se agita sin cesar y en este movimiento incesante e inacabado de la Vida, más que un resultado final, buscamos encontrar una dirección favorable al dinamismo general que nuestro especie natural y actual produce. La tecnología sigue teniendo un papel fundamental en esta época, incluso mayor que en las últimas, que ya es decir, y hemos acelerado la realidad virtual hasta convertirla en universo de posibilidades. Podría decirse que de alguna manera la realidad virtual existe desde las pinturas rupestres pero en la actualidad mundial es como una nueva "teoría de la relatividad" donde el Espacio y el Tiempo cobran otra dimensión. La realidad virtual toma un nuevo papel público y "desafía" al ciudadano a una nueva evolución sin precedentes.

La política, que es la actriz civilizadora encargada en definitiva de administrar correctamente los recursos, está ausente en la representación humana. No existen representantes humanos, sino de las distintas naciones; y sólo sabemos que en sus reuniones internacionales "parece" que se toma en cuenta el interés general humano, aunque desconocemos si acostumbra a quedar por encima de los diferentes intereses partidistas o económicos en juego. La valoración en la evaluación para la política humana es "cero por no acudir al examen", es decir, no existe. No hay políticos que representen a la Humanidad o a su interés general, no hay partidos políticos a este respecto, porque sencillamente no hay voto humano, no existe la democracia general humana. A nivel planetario existe la política entre las naciones soberanas de los humanos y sus pactos o acuerdos, la llamada "política internacional", que no es precisamente la "política general humana". No existe política que indique y trace el marco común civilizado junto al interés general de la Humanidad, no hay hogar común del pensamiento social para el ciudadano en su esfera humana.
 
También es cierto que muchas veces la política general humana fue soñada sin ciudadanía democrática por algunos dictadores que estuvieron a punto de conquistar el planeta entero. Aquí llegamos a la contradicción o gran encrucijada de la política ideada por los humanos: política democrática o política no democrática. Los humanos libres comenzamos a demandar un alimento o tesoro que no es ofrecido directamente por la economía: el pensamiento ciudadano y democrático, junto a su libre comunicación y acorde a los derechos reconocidos en la Carta Internacional de los Derechos Humanos. Debería existir el Derecho Internacional Democrático ("de gentes democráticas"), pues no existe mayor fundamento de derecho civilizado que el democrático, donde se sustenta la libertad humana.
 
¿Es una utopía desear que todas las naciones humanas sean democráticas?. Pudiera ser, pero hasta académicamente está establecido que por medios pacíficos es una utopía la democracia en todas las naciones humanas, pues la guerra parece siempre como medio final. Al respecto el abate de Saint-Pierre (1658-1743), en su obra "Proyecto de Paz Perpetua", pretendía acabar con las guerras (al menos entre las naciones europeas), apelando en gran medida al sentido común de los príncipes. Por ello Rousseau (1712-1778), aún considerando buena la obra, no confiaba en las cualidades de los príncipes para tratar el interés general de sus pueblos. Basándose en ambos pensadores Kant escribió en 1795 "La paz perpetua" que ha sido importante referente político del ideal cosmopolita.
 
Esta fuente del derecho internacional en Kant se basa en seis requisitos iniciales que forman el camino a tres artículos definitivos. El primero reconoce las tres bases del Estado republicano: igualdad ciudadana, libertad civil y dependencia de la ley. Después abre ya el campo internacional afirmando: "el derecho de gentes debe fundarse en un federación de Estados libres", con ello establece relación directa entre el Estado y los Estados (ius civitatis con ius gentium), pero el resultado no es un Estado internacional, sino una asociación o sociedad de naciones.

Así llegamos al tercer artículo definitivo que aún hoy continúa debatiéndose al afirmar Kant: "El derecho de ciudadanía mundial debe limitarse a las condiciones de una universal hospitalidad" (Ibid u obra anterior citada). Estableciéndose así un tercer derecho, el cosmopolita (ius cosmopoliticum) amparado en una hospitalidad universal con derecho de inmigración. Por otro lado es importante señalar la relación entre los Estados, donde John Rawls (1921-2002) hizo una aportación esencial con su teoría sobre el derecho de gentes. Viendo al derecho internacional propugnar justicia en la relaciones entre los Pueblos democráticos, reforzando con ello el estatus del Estado democrático (liberal); pero incluyendo a Estados no democráticos ("sociedades jerarquizadas bien ordenadas") que respetaran los derechos humanos.
 
Es fundamental esta teoría de la justicia internacional porque es la primera diferenciación clara entre "sociedades liberales" (democráticas) y "sociedades jerarquizadas" (no democráticas), ambas en una sociedad de naciones o actual ONU como contrapartida a un Estado mundial. Estableciendo unos principios generales donde destacamos dos: "Los pueblos tienen derecho a la legítima defensa pero no el derecho a la guerra" y "Los pueblos deben respetar los derechos humanos". El avance histórico hacia la justicia internacional ha buscado una "neutralidad" política entre los Estados y necesitado cubrir al individuo, los derechos humanos. Comprendiendo históricamente la actual Carta Internacional de los Derechos Humanos (Carta IDH) y el fundamento jurídico que transmitió Kant, donde al ser los humanos dueños de la Tierra tienen derecho a ser sus ciudadanos. Así el debate político quedó y queda abierto en la búsqueda ideal de una ciudadanía del mundo junto a una Paz Perpetua (en un camino de guerras o derecho de guerra, "ius ad bellum", contra sociedades jerárquicas mal ordenadas o regímenes proscritos). Por ello la ciudadanía humana que se presenta goza de una ventaja sin precedentes al no ser vinculante a los Estados.
 
En otras palabras, el derecho de gentes no puede acabar con las guerras ya que establece a los "regímenes proscritos" que serían las "sociedades jerárquicas" (no democráticas) "mal organizadas", donde el límite que los separa no es jurídica (imparcial o neutral) sino más bien de "política de turno". Quizás por ello Kant limitó su asociación de naciones entre los Estados democráticos (o con "constituciones republicanas", en aquel entonces sinónimo de democracia), y Rawls incluyó a "las sociedades jerárquicas bien organizadas" (pero no democráticas). El derecho a la guerra (ius ad bellum) quedó y queda hondamente establecido pero mal entendido o contradictorio, quedando el derecho internacional actual como intervencionista (por ejemplo Irak, Afganistán o Kosovo). Paradójicamente esta búsqueda del derecho internacional con capacidad de intervención de la ONU es más un acuerdo entre las superpotencias que una asamblea equitativa entre todos los Estados y menos aún entre los Estados democráticos. Queda mucho por hacer a las ciudadanías políticas del mundo y a sus Estados, trabajo muy delicado; pero ello no impide que la ciudadanía humana no vinculante abra nuevas construcciones, actuaciones y derechos eficaces.
 
Algunos historiadores hablan del "Mundo Actual" o "Posmodernidad" para indicar los inicios del siglo XXI. Aún así podemos decir que, al seguir la últimas etapas históricas, se observa un claro antes y después de la fundación de la ONU. Ésta no fue el primer marco civilizado y general para todas las naciones humanas, de hecho fue sucesora de la fracasada Sociedad de Naciones, pero ha sido la más duradera. Nació en octubre de 1945 con un pacto entre los países vencedores de la 2ª Guerra Mundial y apenas dos meses al finalizar la misma. Se agradece esta premura porque pronto iba a quedar peligrosamente redefinido el mundo con la Guerra Fría y sus arriesgadas alertas que amenazaban destruir todo el planeta. Ante este panorama la ONU tiene dos caras. Por un lado ofrece asamblea abierta a la paz mundial, pero al mismo tiempo es incapaz de ser pacífica o mantiene resoluciones a guerras locales y "permite" la deficiente economía mundial, provocando injusticias sociales en muchos países mientras al mismo tiempo intenta erradicarlas, completamente contradictoria es en la práctica la teoría de la ONU.

Así la ONU ofrece una "buena cara" que agrupa a importantes organismos internacionales como la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), la UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia), la OIT (Organización Internacional para el Trabajo), el PNUD (Programas de Naciones Unidas para el Desarrollo) y el UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer); donde no todo son luces, pero resultan valiosas descubridoras de las injusticias socioeconómicas en el mundo y ofrecen conciencia de acciones. Además muchas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de carácter humanitario están asociadas o cooperan con estos Organismos de la ONU.
 
Estando así las cosas al menos observamos que el mayor tesoro civilizador de la época Contemporánea es, junto a la Declaración del Milenio que opta por un mundo mejor, otro producto de la ONU: la Carta Internacional de los Derechos Humanos (donde está incluida la Declaración Universal de los Derechos Humanos) y, aunque suene paradójico, comenzaron a concebirla los pensadores del XVII, XVIII y XIX. Constituyendo uno de los finales lógicos del nacimiento contemporáneo y del movimiento democrático (del que pugnaba por el sufragio universal). Después de la Carta IDH el cambio más fundamental acaecido en esta Época actual y posiblemente también de toda la Historia, no sólo de la Humana, podría ser la excepcional realidad de que la Vida ha salido por fin de la Tierra (pero todavía no logra mantenerse o reproducirse al margen de la Tierra).
 
El hecho contiene calidad suficiente para marcar una nueva "génesis" de la Vida planetaria en su evolución, aunque parece ir mucho más lento de lo que se esperaba en la década de los sesenta. Sobre todo cuando la antigua URSS se hundió económicamente y la competencia o carrera espacial se detuvo. Verdaderamente llegar a la Luna fue producto o resultado directo de una tremenda competencia establecida entre dos grandes naciones rivales (EEUU y la antigua URSS) que formaron los dos grandes Bloques políticos del anterior Mundo Bipolar (inmediatamente anterior a este mundo actual Multipolar). Otras naciones se han sumado a la salida tecnológica y humana al Espacio, la última ha sido China. Incluso algunos ciudadanos, como turistas millonarios, han orbitado la Tierra en naves ingrávidas. Aunque todavía estamos muy lejos, a mucho futuro de una asamblea a gravedad cero o desde diferente gravedad a la Tierra. Lógicas porque las grandes distancias hacen que las consultas a la Tierra pueden abarcar días o semanas, y ante decisiones urgentes es fácil que se produzcan asambleas entre tripulaciones no militares.
 
Va quedando muy atrás cuando el mundo anímico surgió entre palos y piedras (Prehistoria), pero no fue en vano. Aunque, bien mirado, los palos y piedras continúan existiendo, ahora son barcos y aviones de guerra, carros de combate, bombas atómicas, armas químicas y bacteriológicas, terrorismo. Menos mal que los palos y piedras también fueron utilizados para mantener la Vida (viviendas, arados, molinos, muletas). Quizás en piedra se escribieron las primeras leyes de igualdad cívica que fueron evolucionando entre los fenómenos sociales acontecidos en la Historia y llegados al Presente.
 
A finales del siglo XX existían unos noventa países con elecciones libres básicamente "limpias", aunque algunos investigadores sitúan el número en unos ciento sesenta. Qué curioso, no sabemos ni el número exacto de países que forman a la Humanidad Democrática, conjunto de pueblos soberanos donde hay cierta alarma. Porque la participación electoral suele estar a la baja en la mayoría de los países democráticos y el absentismo es importante. Algo que extraña, ya que las democracias liberales ven importante la participación ciudadana en las elecciones que forman las legislaturas. También es cierto que este tipo de democracia, predominante en el mundo libre, no valora la participación ciudadana en la agenda política o de asociaciones que no estén implicadas en el comercio o con intereses en los mercados económicos.
 
Las formas democráticas existen, pero el fondo se ha vuelto opaco, carente de transparencia, ubicado en élites privilegiadas de los grandes partidos políticos. Cada Parlamento de una ciudadanía general soberana suele estar formado en su mayor parte por dos o tres grandes partidos y otros menores llamados "bisagras". La democracia como política no termina de casar bien con el capitalismo como mercado y eso que en ambos campos existen proyecciones evolutivas y de mezcla casi infinita. En este "divorcio" aparecen sociedades divididas entre un gran grupo de ciudadanos partidistas (divididos entre varios partidos políticos) y otro gran grupo que expresa apatía y desgana, inclinándose a la no-participación.
 
Quizás hemos tenido tanto miedo a las masas que hemos convertido a las ciudadanías democráticas en "niñas" que sólo quieren "jugar" y pasarlo bien (ocio, muchas veces improductivo socialmente), aunque las "obliguemos" a ir al colegio (los mercados de trabajo), y ante las cosas serias o los peligros: ahí están los "padres" (representantes políticos), Apareciendo en la apatía colectiva y social lo que se viene en llamar "democracia de audiencia" o "democracia de imagen", donde cobra especial valor la imagen del candidato y la oratoria para aumentar audiencia. Surgen las buenas fachadas como primordial y los contenidos como secundario. Tampoco debería extrañarnos mucho, pues es fiel reflejo de nuestras sociedades donde impera el individualismo radical.
 
Necesitamos un óptima conciencia crítica. Al hilo y antes de proseguir informar que este libro acudirá bastantes veces y como consulta al Diccionario de Educación para el Desarrollo, creado por Hegoa, Instituto de Estudios y Cooperación Internacional de la Universidad del País Vasco y financiado por la Unión Europea y el Gobierno Vasco. Este Diccionario ha sido la mejor herramienta encontrada para ofrecer términos de referencia. Como indica la propia Presentación del Diccionario se trata de "...fijar conceptos claves, que nos posibiliten la comprensión de otros nuevos que han surgido al ritmo de los cambios que tienen lugar en el contexto actual y que nos faciliten la posibilidad de compartir un lenguaje común, tan necesario para establecer alianzas y redes de trabajo conjunto".
 
Según el Diccionario de Hegoa y para el término "Conciencia Crítica" (comentarios de Julio Rogero), afirma: "En esta sociedad la libertad se define mediante la lógica del consumismo y la defensa de los intereses individuales y privados. Se percibe un creciente desinterés por parte de la mayoría en valores que se escapan al mercado como la empatía, la compasión, el amor y la SOLIDARIDAD que unen lo público y lo privado y dan consistencia al significado de CIUDADANÍA, democracia y vida pública". El Diccionario de Educación para el Desarrollo continúa afirmando al respecto: "Tomar conciencia de la "edad sombría" en que occidente ha envuelto al ser humano nos lleva a una "no esperanza" en esta sociedad y un profundo desamor lúcidos y desde ellos a cierto "encallanamiento" personal ante la injusticia, la barbarie y la deshumanización". Por ello muchas éticas y filosofías indican que para evolucionar al mundo hacia mejor antes deberemos evolucionar individualmente. El encuentro crítico del individuo social consigo mismo se hace inevitable y esperemos que inteligente o afortunado.
 
Hasta entonces muchos ciudadanos terminamos siendo como "corderos", votando más al color político que al contenido, distanciándose aún más la política profesional de la realidad y demanda social. Miremos a las sociedades libres y veremos comunidades democráticas superables en calidad, anticuadas para los nuevos tiempos que somos, donde la libertad democrática (la acción) queda poco usada y desterrada de la realidad ejecutiva. Tenemos muchos derechos establecidos y protegidos, es importante, pero estamos poco acostumbrados a accionarlos o usarlos más favorablemente para los intereses generales; quedando la Democracia como un espejismo diario y una realidad cada cuatro años, como una gran fachada sin contenido participativo. Quizás el miedo a las masas no es justificación para una "anestesia" social tan prolongada, y un colectivo humano ofreciendo inteligencia colectiva, cordura común y personalidad propia es un recurso evolutivo de la mente que no puede ser despreciado para siempre. En cierta manera es romper el dicho cuando reza: "mi libertad termina donde comienza la tuya" y ofrecer un sustituto más evolucionado: "mi libertad engrandece cuando encuentra a la tuya porque sé una manera para que también engrandezca la tuya".
 
Por si fuera poco y desde los atentados "mundiales" del "11-S", "11-M" y "7-J", los derechos de la ciudadanía han sido recortados, sobre todo los de privacidad. Incluso los ciudadanos somos tratados como "presuntos delincuentes o terroristas" cuando viajamos en avión. Los secretos de Estado son mayores y mayor es su capacidad y legitimidad para espiarnos. La transparencia de los gobiernos disminuye y las ciudadanías o democracias que fluyen son las grandes perjudicadas, ya de por si bastante dañadas por las leyes de financiación de los grandes partidos políticos. Dinero invertido, entre otros, en la más alta tecnología y en las mejores técnicas de manipulación política de la opinión pública. Mucho parece indicar que controlar internamente a los ciudadanos de los países libres y, externamente, someterlos a una permanente división mundial y democrática parece que es el objetivo de los pretendientes a dirigir el mundo. Si es que alguien lo pretende con ética democrática, porque los resultados son contundentes, ni rastro de una mínima democracia mundial en la Humanidad actual.

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